Parroquia de San Vicente MártirSigüenza (Guadalajara), España |
Tras casi medio siglo de estancia en nuestra ciudad, la presencia de la comunidad de religiosas de vida consagrada Hermanas Doroteas, Hijas de los Sagrados Corazones, toca a su fin. Tan discretamente, que prácticamente no ha tenido más anuncio oficial que la siguiente frase en la hoja de información diocesana. «En estos días de junio tendrán que poner fin a su estancia en Sigüenza», inserta en un artículo sobre las Doroteas en Sigüenza [El Eco, «Nuestras comunidades de Vida Consagrada de Sigüenza-Guadalajara (11), Hermanas Doroteas de Sigüenza», 31-mayo-2015]. El día elegido era el lunes 15 de junio y la parroquia de San Vicente no ha querido dejar pasar la que consideramos última ocasión para hablar con las Hermanas Doroteas seguntinas, en un momento de fin de ciclo, apropiado para reflexionar sobre lo andado, las metas alcanzadas y aquellas que no se han podido conseguir.
Para ello nos personamos el sábado 13 de junio y mantuvimos una conversación con la superiora de la comunidad, sor Imelda Acosta, de la que a continuación extractaremos lo más destacado.
En su etapa final entre nosotros, la comunidad ha estado compuesta por tres religiosas: Sor Imelda Acosta Garzón (superiora), natural de San Francisco de Borja (Ecuador), Sor Teresina Ferronato Sanón, natural de Cittadella (Italia) y Sor Sandra Granada Ocampo, de Medellín (Colombia). Sor Imelda lleva relativamente poco en nuestra ciudad, pues llegó en el año 2007 y la presencia de las Hermanas Doroteas en Sigüenza se remonta a 1967, siendo precisamente sor Teresina una de aquellas pioneras.
La misión de las Hermanas Doroteas es clara: testimoniar la inmensa caridad del Corazón de Cristo. Su modo de expresarlo es a través de los colegios que regentan, hospitales en los que colaboran y obras de misericordia. Al llegar a Sigüenza su gran proyecto fue atender a las jóvenes que estudiaban en la Escuela de Magisterio, proporcionando alojamiento en régimen de internado a las muchachas que venían desde los pueblos a estudiar en Sigüenza. Así, la fundación se presentó prometedora, coincidiendo con la época en que la ciudad recuperó los estudios superiores: llegó a tener hasta noventa internas y dejó una profunda huella en la ciudad. El cierre de la Escuela de Magisterio a mediados de los años 80 supuso el fin de la educación superior en la zona y con ésta, del proyecto inicial de las Hermanas Doroteas, del cual se muestran orgullosas, aunque ya no quede sino sor Teresina como participante de aquellos tiempos.
Tras ello, tuvieron que cambiar de objetivo, reconvirtiéndose en el Hogar San José, una Residencia para señoras ancianas. Este proyecto igualmente se transformaría en otro similar, pero en el que además de seguir ofreciendo alojamiento a señoras de la tercera edad, también se hacía lo propio con sacerdotes, algunos jubilados: éstos últimos podían así seguir prestando apoyo en la atención religiosa en un momento de profunda reducción de efectivos. En esta última etapa su labor ha sido cuidar de aquellos a quienes tenían acogidos, ayudar en la catequesis de la parroquia y visitar y administrar la comunión a los enfermos. Otra de sus hermanas, que también estuvo allí, colaboró con los campamentos de la asociación “Abriendo Camino” de D. Daniel.
Durante un tiempo también acogieron a grupos de señoras que acudían a veranear a la ciudad, algunas de las cuales tenían necesidades especiales y encontraban las instalaciones adecuadas. Venían de Zaragoza, Madrid, Alcalá de Henares, Guadalajara… para rezar y estar tranquilas. El sitio preferido era el patio de abajo, que es muy fresco en verano. Una de las hermanas es enfermera; todos los sábados iba a la residencia de la Alameda para rezar el rosario con las señoras; igualmente ayudaba a aquellos que necesitaban ayuda para desplazarse hasta la capilla para poder asistir a la santa Misa. En numerosas ocasiones han prestado sus locales para los grupos parroquiales, como es el caso de San Vicente, que ha celebrado reuniones y comidas aquí con frecuencia.
Como comunidad les habría gustado mucho tener más contacto con la gente; las ocupaciones les han impedido estar todo lo que hubiesen deseado con las personas mayores o aquellos en situación de necesidad, especialmente. Han procurado estar presentes en las actividades de la Iglesia que suponían un bien para el pueblo y han acudido cuando las autoridades solicitaban su presencia. Siempre les gusta acompañar a la gente cuando hay una actividad por medio. Consideran que su misión no es únicamente rezar, pues son una Congregación que compagina la vida contemplativa con la activa. Se levantan a las seis de la mañana, después del tiempo dedicado a la oración, ocupan la jornada en múltiples actividades.
Durante este tiempo han tenido contacto con gente muy variada, tanto profesionales como religiosos (católicos, no católicos, musulmanes…). Su misión ha sido acercar a Cristo a las personas y ayudarlas en lo posible con su trabajo. Y hubieran querido hacer mucho más, pero siempre hay límites donde uno no puede entrar.
Actualmente se abre una nueva etapa para ellas, cuyos detalles no conocen todavía, excepto sor Teresina, que se trasladará a Azuqueca. Sor Imelda y Sor Sandra están a la espera de lo que sus superiores decidan. Lo que han hecho en Sigüenza lo han realizado con todo el amor y la dedicación de lo que han sido capaces, y esperan poder hacer lo propio allí donde requieran su presencia.
Por nuestra parte, la parroquia de San Vicente Mártir les agradece sinceramente su presencia en nuestra ciudad y que logren desarrollar todas sus posibilidades en su nuevo destino.
Sigüenza, 13 de junio de 2015